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Lo que los Consejos de Administración pueden aprender de Ingvar Kamprad

Actualizado: 19 ago

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The Testament of a Furniture Dealer, escrito por Ingvar Kamprad en los años setenta, sigue siendo hoy una fuente inagotable de inspiración. Lo que en apariencia era una guía interna para IKEA, es en realidad una declaración de principios aplicable a cualquier organización que aspire a generar impacto duradero. También, y muy especialmente, para los Consejos de Administración.

Kamprad tenía una convicción sencilla y poderosa: crear una mejor vida cotidiana para la mayoría de las personas. Esta vocación de servicio, profundamente social, está en la base de todo el modelo IKEA. En un contexto en el que los órganos de gobierno revisan su papel frente al propósito corporativo, la sostenibilidad y los grupos de interés, la claridad de esta visión nos interpela. ¿Está el propósito de la compañía presente en las decisiones del Consejo? ¿O ha quedado diluido entre indicadores, comités y formalidades?

Una de las señas de identidad del pensamiento de Kamprad es la frugalidad. No como una mera preferencia económica, sino como una filosofía de respeto por los recursos. En su visión, gastar más de lo necesario es un error de diseño, una forma de ineficiencia moral. Esta idea, trasladada al Consejo, invita a reflexionar sobre la eficacia real de nuestras estructuras de gobierno corporativo, la calidad del tiempo invertido y la coherencia entre lo que se exige y lo que se ejemplifica desde la cúspide de la organización.

Otro principio clave es la defensa de la simplicidad como virtud organizativa. Kamprad advertía con lucidez sobre los riesgos del exceso de planificación, de las estructuras innecesarias y del culto a los títulos. Para un consejo, esto implica revisar continuamente sus dinámicas de trabajo, evitando caer en la tentación de la complejidad vacía. Gobernar bien no es hacerlo más complicado, sino aportar claridad, dirección y responsabilidad.

En el texto aparece también con fuerza la humildad como valor de liderazgo. Kamprad la define no como sumisión, sino como respeto: hacia los colaboradores, hacia los clientes, y hacia la tarea en sí misma. En el Consejo, esta actitud se traduce en la capacidad de escuchar, reconocer errores, aprender y mantener una postura constructiva incluso en la disensión. El mejor liderazgo no siempre viene de tener todas las respuestas, sino de hacer las preguntas adecuadas y de construir confianza.

Un aspecto especialmente inspirador es su defensa de lo no convencional. “Hacerlo de forma distinta” no es en IKEA una pose, sino una estrategia. El cuestionamiento constante del statu quo forma parte del ADN de la empresa. Para los Consejos de Administración, muchas veces atrapados entre la supervisión del presente y la anticipación del riesgo, esta llamada a la diferencia es también una llamada a la valentía. Innovar en el ámbito del gobierno corporativo es posible y necesario. Ser diferentes, cuando tiene sentido, puede marcar la diferencia.

Por último, Kamprad reivindica la energía de lo inacabado. La sensación de haber llegado es, para él, el principio de la decadencia. Esta idea conecta con la necesidad de que los Consejos se mantengan en movimiento, actualizando su composición, su agenda y su forma de contribuir. El Gobierno Corporativo, como la cultura, no es un estado, sino un proceso. Un trayecto compartido hacia una mejor forma de hacer empresa.

El legado de Kamprad trasciende el negocio del mueble. Su visión nos recuerda que gobernar una empresa es, en el fondo, un ejercicio de responsabilidad personal y colectiva. Los Consejos de Administración que sepan inspirarse en estos principios tendrán mejores herramientas para afrontar los desafíos del presente y, sobre todo, para construir el futuro.

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